Época: arte arcaico
Inicio: Año 550 A. C.
Fin: Año 520 D.C.

Antecedente:
La técnica de las figuras negras

(C) Pilar León Alonso



Comentario

En el segundo cuarto del siglo VI tenemos las dos grandes tendencias de la cerámica ática de figuras negras, la miniaturista y la monumental. Aquélla sigue siendo cultivada por los llamados maestros menores, ésta por dos grandes artistas contemporáneos de Klitias, Nearchos y Lydos. Nearchos es un dibujante de una pieza, especializado en figuras de gran tamaño, recias y poderosas, como el Aquiles que acaricia los caballos de su carro en un fragmento de un kantharos del Museo Arqueológico Nacional de Atenas. Lydos es un artista prolífico y representante típico de los pintores de figuras negras, mucho más interesados en los aspectos formales que en los de contenido. La Gigantomaquia, la Amazonomaquia, el Juicio de Paris, episodios épicos varios, son temas representados por este gran artista, cuyo nombre -el lidio- alude a su condición de extranjero y, probablemente, de esclavo.
Una gran personalidad artística, Amasis, irrumpe en los círculos productores de cerámica de figuras negras a mediados del siglo VI y prolonga su actividad hasta la década 530-520. Posiblemente aúna los oficios de alfarero y pintor, es decir, fabrica vasos que él mismo decora e inicia una actividad familiar que continuará su hijo, el Pintor de Kleophrádes. Puesto que el ánfora ha adquirido total supremacía por estos años en los alfares áticos, Amasis lo tiene en cuenta e introduce novedades de interés tanto desde el punto de vista de la evolución formal como estilística. Las asas, por ejemplo, son de sección cuadrada; la banda radiada que ocupa el pie, se hace más ancha; las figuras ganan plenitud y se expanden sobre el fondo.

El éxito de tales innovaciones va unido al del tema preferido de Amasis, el thyasos o cortejo dionisíaco, que vemos representado en el ánfora del Cabinet de Medailles de París, en la que dos ménades danzantes se acercan a Dionysos que sostiene en la mano derecha un kantharos, obra paradigmática dentro de su dilatada trayectoria. Al final, vemos a Amasis con la misma fuerza creativa que en su juventud y aún más dominador de la técnica de contornos e incisiones interiores, progresos que refleja el Anfora de Boston, decorada con la entrega de armas a Aquiles por su madre Tetis.